Diseño y acabado
Facilidad de uso
Sonido
Batería
Desde su primera aparición, el Nokia N8 ha despertado muchas expectativas, quizá demasiadas. El cambio de diseño, las interesantes características técnicas, comentadas ya hasta la saciedad, y el debut de Symbian 3 han hecho correr ríos de tinta sobre las posibilidades del nuevo buque insignia de la compañía Finlandesa.
Tras una semana larga de uso, nos queda la agridulce sensación de que el Nokia N8 es un gran teléfono que podría haber llegado mucho más lejos si no fuera por el lastre de un sistema operativo que no se merece. Indudáblemente, el N8 tendrá su público, pero dudamos mucho que ese público provenga de usuarios muy avanzados o de otros sistemas operativos que no sean Symbian
En este sentido, la apuesta de Nokia ha sido conservadora. La compañía ha introducido abundantes mejoras en esta nueva versión para evitar las críticas que sufrió con el N97. El problema es que buena parte de estas mejoras son internas y al usuario medio apenas va a encontrar diferencias estéticas con la serie S60. Casi podría decirse que ese estilo Delorean de la carcasa, con la cámara sobresaliendo, es un preludio del regreso a los años 90 que experimentamos al volver a pulsar los iconos de Nokia de toda la vida. Ni que decir tiene que esto es maravilloso para los usuarios de Symbian que buscan algo más, pero no tanto para los que han probado IOS, Android o el propio Windows Phone y esperaban cambios más espectaculares.
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